Historias de Hollywood: Lucille Ricksen “Una infancia destruida por Hollywood”

 

El año de 2023 se presenta como uno de los peores en cuanto a la asistencia a las salas de proyección. Siguiendo una tendencia ya marcada en 2022, hemos visto cómo se acentúa el desinterés absoluto del público por casi cada film estrenado hasta la fecha. Y eso tiene una razón de ser: el nivel de degradación en el que ha caído la industria del cine en California. Por fortuna, las personas le han soltado la mano a los estudios de filmación, al negarse a pagar una entrada, a cambio de recibir un discurso que tergiversa los valores sanos con los que fuimos criados. Al haber apostado por una visión distorsionada de la realidad humana, Hollywood cavó su propia tumba, tanto en lo financiero como en lo artístico. Podemos asegurar que, al día de hoy, se encuentran en lo más bajo de la escala que mide aquello que las personas consideran aceptable. Las películas que se producen, desde hace unos pocos años, se volvieron un folleto demostrativo de todo lo que el público rechaza de plano; hasta el punto de que puede verse que serán un desastre de taquilla, solo de contemplar el póster o el casting (de activistas disfrazados de actores o guionistas) seleccionado para el film. Ahora, pasando de la consecuencia a la causa…, hablemos de Lucille Ricksen. 

 

Lucille_Ricksen_Hollywood

Lucille Ricksen 

 

Nacida en la ciudad de Chicago el veintidós de agosto de 1910, de padres europeos, estaba destinada a la fama desde que apenas pudo caminar. Su madre, Ingeborg Ericksen, la ofreció como modelo fotográfica a la edad de solo cuatro años. A los cinco, la llevó a trabajar en teatro por un año entero. Aquello la impulsó para introducir a su hija a la industria del cine en 1915, en la película “The Millionaire Baby”, filmada en Nueva York. Viendo la mina de oro que tenía entre manos, Ingeborg se divorció de su esposo para trasladarse con Lucille (y su hermano mayor, Marshall) hacia Los Ángeles, California. La misión: ponerlos a trabajar en Hollywood de inmediato. ¿Pueden ver un patrón de conducta aquí? Pues las cosas solo irán a peor.

 

Lucille_&_Marshall_Ricksen_1920

 Lucille y Marshall Ricksen junto a Ingeborg.


Lucille Ricksen (que era en realidad su nombre artístico), no tardó en llamar la atención del productor Samuel Goldwyn, que decidió ofrecerle un contrato para protagonizar junto a Edward Peil, Jr. la serie de cortos de comedia “The Adventures of Edgar Pomeroy”. Fueron once cortometrajes en total, desde el año de 1920 hasta 1921. Para entonces la niña de cabellos rubios era el sostén económico de la familia. Ese año filmaría tres películas más, de tono dramático, que sentarían las bases de lo que vendría en pocos meses. Una década antes de que el público americano escuchase el nombre de Shirley Temple, la pobre Lucille se vio atrapada por una industria nefasta en toda la extensión de la palabra. De eso hablaremos ahora en detalle, si es que resisten el impulso de dar un puñetazo directo a la pantalla, y no los culpo de hacerlo.

 

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Edward Peil y Lucille Ricksen en un promocional del año 1920.

 

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Lucille en el set de filmación de uno de los cortometrajes de la serie.

 

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Recorte de periódico con la dupla de niños estrellas del cine mudo.

 

Para el año de 1922, los estudios de Hollywood decidieron que la niña, de doce años de edad, sería mucho más rentable como la protagonista femenina principal en sus films. La solución: hacerla pasar como adulta ante el público que asistía a las salas, gracias a guiones en los que representaba a mujeres casadas (y hasta maltratadas) por los villanos de turno en todas las formas imaginables. Para ello la maquillaron, peinaron y vistieron con ropas muy lejanas a su rango de edad real. Si alguien preguntaba; mentían con la fecha de su nacimiento. Ella, complaciente ante la presión ejercida por los estudios y su propia madre, se veía a diario inmersa en escenas que, como poco, resultan repulsivas de soportar. En cierta forma, hasta se agradece que muchas de sus películas se encuentren perdidas al día de hoy. No vaya a ser que el Disney actual decida hacer un remake de alguna de ellas. 

 

En solo dos años, Lucille pasó de esto: 

 

 

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A esto:

 

 

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Oh..., Hollywood sí que da asco cuando quiere. 


La infancia de Lucille pasó de darle la oportunidad de compartir el set de filmación con otros niños, a pasar el tiempo solo con personas que le triplicaban la edad. La hora de jugar tras cámaras había terminado. A partir del film “The Married Flapper”, en el que protagonizó junto a Marie Prevost, se convirtió en una de las posesiones más valiosas de la época. Otros proyectos la vieron junto a estrellas como Jack Pickford, William Haines y Sydney Chaplin (hermano de Charles Chaplin), que no solo compartía en similitud el apellido; sino que también se le parecía en cuanto a otros asuntos, por decirlo de cierta forma. Pero el dinero seguía llegando e Ingeborg, al ver cómo su hijo mayor era descartado de forma definitiva por los estudios de filmación, centró toda su energía en impulsar la carrera de Lucille. Unos años más tarde, la madre de Carole Lombard, la señora Elizabeth Peters, se encargaría de proteger con uñas y dientes a su propia hija de los peligros inherentes a crecer bajo los focos de Hollywood. La razón detrás de tanta precaución: no pudo quitarse de la cabeza lo ocurrido con Lucille Ricksen. Y no quería pasar a la historia siendo otra Ingeborg Ericksen.

 

Lucille_Ricksen_&_Jack_Pickford_Hollywood

 En escena junto a Jack Pickford.


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Lucille vistiendo como una mujer adulta en el set de filmación de "The Married Flapper", (1922).
 
Sydney_Chaplin_1920

Sydney Chaplin.

En el año de 1923 se acentúa aún más la imagen madura de Lucille al participar en el film “The Rendezvous”, bajo la dirección de Marshall Neilan, donde interpreta a la esposa de un cosaco ruso, que la somete de forma violenta tras obligarla a casarse con él. Marshall Neilan era conocido también por ciertas... inclinaciones hacia las actrices jóvenes. Ese mismo año, Lucille forma parte de “Human Wreckage”, un drama sobre los peligros de la adicción a las drogas, basado en la vida y la muerte de la estrella de cine Wallace Reid. Los ciclos de tours de presentaciones en público, junto con las sesiones de fotografías publicitarias entre filmaciones, tenían a la actriz hundida en una vorágine de trabajo interminable. Y todo empeoraría al año siguiente. Ahora es cuando la historia se pone fea en verdad. 

 

 

Ricksen_&_Neilan_1923

Ricksen y Neilan en el set. ¿No está demasiado cerca, señor director? Mejor vaya a trabajar para Marvel.


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Promocional para "The Rendezvous”, (1923).
 
 
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Lucille Ricksen: víctima de Hollywood.

 

En 1924, una Lucille Ricksen de catorce años de edad, filma diez películas en solo siete meses. En diciembre de ese año, mientras el público americano llena las salas, atraído por sus roles de mujer sufrida con ropas sugerentes, ella colapsa tanto en lo físico como en lo mental. La causa, como ya lo imaginan, fue un estado de agotamiento agudo. Su madre, ahora sí preocupada por el bienestar de una hija con forma de cajero automático, decide recluirla en el hogar durante meses. Pero la prensa se entera al poco tiempo, y los periódicos no tardan en esparcir la noticia, con reportajes sensacionalistas sobre la salud de la actriz. La madre aseguró a la prensa que Lucille descansaría hasta recuperarse por completo antes de regresar a los sets. Como el dinero de los estudios de filmación dejó de fluir, durante las semanas en cama de la niña, la siempre atenta Ingeborg Ericksen sacó a Marshall Ricksen de la escuela para enviarlo a trabajar en reemplazo de su hermana.

 

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Lucille & Marshall posando con Ingeborg, la madre del año.


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Recorte periodístico sobre la enfermedad de la actriz.


Durante los primeros tres meses de 1925, la industria de Hollywood se negó a pagar por el costo que representaba mantener enfermeras las veinticuatro horas del día junto a la cama de la actriz. Pero hubo una excepción a la regla: Paul Bern, el futuro esposo de Jean Harlow. El director y productor de cine decidió acudir a diario al hogar de los Ericksen, para conversar con Lucille a medida que su condición empeoraba cada vez más. También se ocupó de cubrir parte de los costos económicos de la convalecencia. Un año más tarde, haría lo mismo con su gran amiga personal, Barbara La Marr. Lo cierto acerca de un hombre tan complejo (y extraño) como Bern, es que acarreaba la muerte consigo allí donde iba. En febrero, Ingeborg colapsó también, pero a causa de un fallo cardíaco fatal mientras atendía a su hija enferma. Por espantoso que suene, se desplomó sobre la cama, justo encima de Lucille, que no dejaba de gritar a su hermano Marshall por ayuda. Sin la presencia de la madre, la actriz empeoró con rapidez. Paul Bern permaneció a su lado, tratando de consolarla a pesar de que ambos sabían, a esas alturas, que el final era inevitable. Tres semanas más tarde, el trece de marzo de 1925, Lucille Ricksen fallecía en su hogar.

 

Lucille_Ricksen_mother_1925

Recorte de periódico con fecha de febrero de 1925. 


Paul_Bern_1925

Paul Bern: esposo de Jean Harlow y genio de los Estudios M.G.M.


Lucille_Ricksen_death_1925

Los periódicos informando al público americano en marzo de 1925.


Lo sucedido con la primera estrella infantil en la historia de Hollywood preparó un camino que habría de repetirse hasta nuestros días. Lo hemos visto en diferentes formas, pero siempre con puntos en común, como la tendencia vergonzosa de reemplazar una infancia sana por un trabajo esclavo, que ni siquiera algunos adultos aceptarían, de tener la oportunidad de pensarlo con calma. Desde Shirley Temple a Gary Coleman. O Brad Renfro a Dana Plato. Y podría seguir extendiendo la lista de nombres hasta el fin de los tiempos. ¿Qué tal si le preguntamos a Macaulay Culkin? ¿O tal vez a Corey Haim? Oh, lo olvidaba: Corey no puede responder, porque al igual que Brad y Dana, no llegó a los cuarenta años de edad. Mejor no hablemos de River Phoenix, que a los veintitrés ya era historia. 

 

Corey_Haim

Corey Haim: la versión masculina de Lucille.

 

Regresando de la causa a la consecuencia, podemos apreciar cómo la industria actual del cine en California se hunde cada vez más. Y lo hace de la mano de un discurso aberrante, que plantea mostrarnos como algo “bueno” lo ocurrido a Lucille Ricksen y a muchos otros como ella. Hollywood está tratando de reescribir su propia historia, haciéndonos creer que ellos son los buenos... y nosotros los malos. Tratan, con cada película estrenada, de mostrarse vencedores en una guerra moral que ellos mismos iniciaron. Buena suerte con eso, porque tengo muy en claro dos aspectos claves: que Lucille era una niña, a la que vistieron de mujer adulta, para forzarla a trabajar hasta morir. Y que las salas de cine, en el presente año 2023, están tan vacías como las calles de un pueblo llamado Silent Hill. 

 

 

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Lucille Ricksen




Fuentes Consultables:

 

Imdb.com 

Wikipedia.org
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 

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