Desastres de Hollywood: Roar (1981) "La peor idea del mundo"

 

¿Qué sucede cuando un matrimonio famoso de la industria del cine decide que quiere salvar al continente africano? Pues, como ya se imaginan, ocurre de todo... menos salvar al continente africano. Tal vez el hecho de vivir en un mundo paralelo no sea una característica inherente al Hollywood actual. Pero sí es un indicador sobre cómo están las cosas de mal en Los Ángeles. La siguiente historia les arrancará una buena risa (y también algún brazo o una pierna) si no tienen cuidado suficiente. Lo que verán es el ejemplo de lo que sucede cuando gente con dinero, y tiempo libre, decide dar una lección de moral al público que asiste a las salas de proyección. Spoiler: Sale muy mal; tan mal que sorprende la sola idea de que alguien diera luz verde a la filmación. Puede que lo hayan hecho con la intención de ahorrarse el pago en las nóminas de los actores, por si no llegaban vivos a la etapa de postproducción.

 

Roar_1981

 Roar

 

Durante el año de 1969, mientras filmaban una película en África, la actriz Tippi Hedren y su esposo, el director y productor Noel Marshall, se vieron fascinados por la vida salvaje que les rodeaba. Día a día veían a los animales viviendo en libertad por esas tierras y, conmovidos ante el poder de la naturaleza, comprendieron que debían de hacer algo para llevar al público americano aquel paisaje soñado. Alrededor de 1970 comenzaron a idear el guion para el film que ambos protagonizarían. El paso inicial fue conseguir varios leones y encerrarlos en una mansión de California. Por los siguientes seis años amontonaron una bestia tras otra, en jaulas instaladas en los jardines de la propiedad (de forma ilegal y sin regulación alguna) como parte de su plan para esparcir un mensaje sobre la conservación de la vida salvaje. Vaya, apenas comienzo a escribir sobre ellos, y ya me recuerdan a Greta Thunberg. 

 


 Noel Marshall posando con Tippi Hedren.

 

Hedren_&_Marshall_Roar

Juntos en un promocional del film.

 

Hedren y Marshall llegaron al punto de acumular hasta cincuenta leones para la delicia de sus vecinos que, por supuesto, se comunicaron con las autoridades para denunciarlos a ambos. Fue entonces que la pareja decidió adquirir otra propiedad más alejada, en el Santa Clara River Valley, donde fueron capaces de mantener cautivos a los animales fuera de las miradas ajenas. También construyeron casas de estilo africano y plantaron árboles propios de ese continente. La idea era filmar allí mismo, utilizando trabajadores no registrados por el sindicato, para no alertar aún más al gobierno de California. Con el paso del tiempo edificaron otros estudios de edición y grabación para la película; incluso una zona de elefantes fue diseñada entre las estructuras. La meta era convertir a “Roar” en una comedia dramática, donde los leones harían cosas típicas de humanos, como por ejemplo conducir un bote o subir a un skate. De seguro a esos animales les pareció hilarante cada segundo que pasaron atrapados en el set.

 

Tippi_Hedren_Roar_1981

 Tippi Hedren: Salvando al continente africano.


Roar_Lions_1981

Los leones en el set de filmación.
 
 

El matrimonio decidió cambiar el guion del film para incluir también panteras, tigres, leopardos, jaguares y otros animales. La cantidad de seres vivos acumulados llegó a casi ciento cincuenta. El único animal que resultó excluido del proyecto fue un hipopótamo. Tal vez... porque a Hedren le recordaba mucho al rostro de Hitchcock. Eso es más que entendible para cualquiera. Pero el costo de producción se incrementó durante esos años, obligando a Noel Marshall a cubrir varios puestos de trabajo él mismo, como el de veterinario, sin ningún tipo de licencia o estudio previo. También se vio forzado a vender otras propiedades a su nombre para cubrir las deudas. La filmación de “Roar” comenzó en el año de 1976 y solo tomaría cinco años hasta completarse. Después se quejan del tiempo que se toma en edición y corte James Cameron. El rodaje se complicó debido a que setenta miembros de la producción resultaron heridos o casi muertos por diferentes ataques de los felinos. Además, una inundación destruyó gran parte del set para felicidad nuestra y de los animales cautivos. 

 

 

Marshall_&_Hedren_Roar_1981

 Hedren y Marshall rodeados por tigres en escena de "Roar" (1981).
 
 
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Noel Marshall en el set de filmación.


Hedren y Marshall convencieron a sus propios hijos para participar en el casting con respectivos roles frente a cámaras. Jerry, John y Melanie (conocida en el futuro como Melanie Griffith) pasaron meses filmando entre las bestias salvajes. El hijo llamado Joel decidió en cambio participar en la distancia como director de arte y escena. El único listo de toda la familia. A partir de ese momento hubo tantas hospitalizaciones que el proyecto se retrasó por meses enteros. Exceptuando a Joel, los demás miembros del rodaje se vieron enfrentados a todo tipo de lesiones:


-Desgarros del cuero cabelludo


-Traumatismos


-Huesos fracturados


-Mordeduras


-Infecciones varias


-Gangrenas


-Envenenamientos de la sangre


-Orejas arrancadas


-Ahogamientos


Ninguna de esas personas resultaron muertas. Aunque por el lado de los animales, tres leones escaparon del set, y tuvieron que ser asesinados por el departamento de policía local. En el año de 1985, Tippi Hedren escribió un libro titulado “The Cats of Shambala” para documentar los sucesos vividos durante la producción. Si vendió al menos tres ejemplares, entonces tuvo más éxito que el propio film.

 

Melanie_Griffith_Roar_1981

 Melanie Griffith, y uno de los leones, recreando la escena de "El Último Tango en París" en "Roar" (1981).

 

Tippi_Hedren_Book_1985

El libro de Hedren. Me sorprendería mucho que no estuviera forrado en cuero de cocodrilo y escrito con sangre de camello.  


La película se estrenó en 1981 para horror del público que llegó a las salas. Era tan desastrosa que, con un presupuesto de diecisiete millones de dólares, “Roar” recaudó en todo el mundo dos millones en taquilla. En el año 2015 fue reestrenada en Los Estados Unidos de América con una aclaración escrita en pantalla donde se leía: “Ningún animal resultó herido durante la filmación, pero setenta miembros del elenco y la producción sí”. Imagino que los tres leones asesinados a balazos por la policía no cuentan. Tippi Hedren decidió guardar silencio en cuanto intentaron entrevistarla a causa del reestreno. Para sorpresa de nadie, a los críticos actuales les pareció admirable el mensaje de “protección animal” del film. Si en los cines de California, no sufrió opresiones de algún tipo una minoría durante la proyección, voy a sentirme bastante defraudado. Lo importante es que en su fin de semana de reestreno en el 2015, la película recaudó quince mil dólares.

 

 

Marshall_Roar_1981

Muchos de los ataques captados en el film eran reales. 


 

Hedren_Roar_1981

Tippi Hedren en la escena que le reportó un tobillo fracturado. Por algo dicen que los elefantes son muy sabios.

 

La verdad es que “Roar” se siente como la versión en celuloide de unas vacaciones grabadas en video, de cualquier otra familia con buen pasar económico, que podría encontrarse en una publicación de Instagram. No es más que el capricho de un matrimonio de famosos de Hollywood. Una clase de moral impartida por Marshall y Hedren que por fortuna les explotó en pleno rostro. Es como cuando Leonardo DiCaprio nos dice que no debemos de viajar en coche, porque contamina el planeta y, al minuto siguiente, se sube a su avión privado, que es el método de transporte más contaminante que existe en la actualidad. O cuando Rachel Zegler nos explica cómo ser hispanos, a pesar de que ella no habla ni una sola palabra en castellano. No sé cómo reirán los leones en cautiverio, pero imagino que igual a los humanos, a las carcajadas puras, al ver los números de recaudación en taquilla del film

 

 

Roar_poster_1981

Roar







Fuentes Consultables:

 

Imdb.com 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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