Historias de Hollywood: Harrison Ford “El original”
La frase “las segundas partes nunca son buenas” no siempre resulta cierta. En ocasiones, sucede justo lo opuesto, como cuando el director James Cameron se superó a sí mismo con “Terminator 2: Judgment Day” en 1991. O cuando el cantante Jeff Buckley realizó en 1994 una versión propia de la canción “Hallelujah” de Leonard Cohen. Y cómo olvidar el antes y después ocurrido cuando un equipo de desarrollo de videojuegos japonés bajo el mando de Konami, llamado Team Silent, entregó al mundo el “Silent Hill 2” en el año 2001. (Para mí el “Silent Hill 3” es aún mejor, pero esa es una discusión para otro momento.) Lo importante aquí es recordar que el actor que tanto apreciamos en la actualidad, gracias a papeles como los de Han Solo, Jack Ryan o Indiana Jones, tuvo un predecesor que fue igual o más talentoso. No mucha gente sabe que existen al día de hoy dos estrellas en el paseo de la fama con el mismo nombre. Pero la Diosa de Hollywood, dueña de una memoria eterna a diferencia de los turistas en California, conoce a la perfección la historia que estoy a punto de relatar.
Harrison Ford nació en Kansas City, Estado de Missouri, el dieciséis de marzo de 1884. Siendo adolescente, comienza una carrera teatral por el circuito de la costa este del país. En 1904 llega hasta la escena de Broadway volviéndose un actor de renombre. En el año de 1909 contrae matrimonio con la actriz de teatro Beatrice Prentice. Ella provenía de una familia rica, por lo que debió de batallar ante el rechazo de sus padres por su elección de carrera y de esposo. Obstinada y talentosa por igual, salió vencedora en ambos frentes, convirtiéndose en una exquisita intérprete teatral; de la mano de Harrison, con el que se mantuvo casada durante cincuenta años. Era tal el rechazo de la familia Prentice que ambos se vieron forzados a ocultar la unión durante casi un año. La noticia de la boda salió a luz al fin gracias a la prensa de Nueva York. Pero el mundo del teatro no podía contener por mucho tiempo más al actor que, en 1915, decide viajar a California para iniciar su carrera en el cine.
Recorte de periódico con la noticia de la boda.
Harrison en su etapa como actor de teatro, en los roles de soldado y nativo americano a la vez.
Ford firma contrato con la mítica productora Famous Players-Lasky Corporation para realizar pequeños papeles en films de segundo plano o cortometrajes varios. Pero el anonimato no estaba destinado para Harrison y, en 1917, participa en la cinta de drama “The Crystal Glazer” dirigida por George Melford. A partir del éxito de esa producción comienza a protagonizar una seguidilla de comedias románticas que lo llevan a la fama. Al año siguiente, bajo la guía del director Walter Edwards (quien lo elige para trece de sus películas), da inicio una de las duplas más importantes en la historia del cine. Entre el año de 1918 con “Good Night, Paul” y 1922 con “The Primitive Lover”, Harrison Ford y Constance Talmadge comparten cartel en un éxito de taquilla tras otro. Con un balance y una química envidiable, se las arreglan para realizar doce films, que los elevan al cielo de Hollywood. Ellos son el semejante mudo de Jean Harlow y Clark Gable en los años treintas o Lauren Bacall y Humphrey Bogart en la década del cuarenta.
Durante una carrera excepcional, Ford se da el lujo de compartir escena junto a leyendas de la industria. La lista de nombres con quienes trabaja es simplemente alucinante:
-Marguerite Clark en “Girls” (1919) y “Easy to Get” (1920).
-Wallace Reid en “The Lottery Man” (1919) y “Hawthorne of the U.S.A.” (1919).
-Gloria Swanson en “Her Gilded Cage” (1922).
-Marion Davies en “Little Old New York” (1923), “Janice Meredith” (1924) y “Zander the Great” (1925).
-Marie Prevost en “Up in Mabel´s Room” (1926), “Almost a Lady” (1926), “The Night Bride” (1927), “The Rush Hour” (1927), “The Girl in the Pullman” (1927) y “A Blonde for a night” (1928).
-Clara Bow en “Maytime” (1923) y “Three Week Ends” (1928).
Pero lo mejor viene aquí, porque es el año de 1922 el que le brinda la oportunidad de compartir cartel con el par de camaleones más extraordinario en la historia del cine mudo americano. Ambos eran el equivalente en género opuesto del otro, asombrando al público con interpretaciones dignas de su talento y versatilidad. Con solo unos meses de separación, Harrison Ford se da el gusto de filmar con ellos. Primero fue el turno de Alma Rubens en el film “Find the Woman”. Luego llegó Lon Chaney con “Shadows”.
Lon Chaney & Harrison Ford en escena de "Shadows" (1922).
Lon Chaney
-Sam Wood en “Her Beloved Villain” (1920) y “Her Gilded Cage” (1922).
-King Vidor en “Proud Flesh” (1925).
-D. W. Griffith en “That Royle Girl” (1925).
Póster para "Proud Flesh" (1925).
King Vidor (derecha) dirigiendo a Audrey Hepburn y Vittorio Gassman en 1955.
Sam Wood junto a Jean Harlow y Clark Gable en 1933.
D. W. Griffith (derecha) con Charles Chaplin, Mary Pickford y Douglas Fairbanks.
Harrison continuó actuando en películas hasta que, habiendo realizado con éxito cada meta posible, se alejó del reino de la Diosa de Hollywood en el año de 1934, en pleno apogeo del cine sonoro. De inmediato regresa a su primer amor: el teatro. Durante los siguientes años actúa en Londres y en la costa oeste de los Estados Unidos de América con el Pasadena Playhouse. Luego establece su residencia en Glendale, California. Allí dirige obras de teatro para el Little Theater of the Verdugos. Aquello lo mantiene ocupado hasta el año de 1951. Por desgracia, el final de su carrera no ocurre por decisión propia. El trece de septiembre de ese mismo año, mientras daba un paseo cerca de su hogar en el 2400 de Canada Boulevard, es embestido de lleno por un vehículo conducido por una mujer de treinta y tres años llamada Margaret Schachner. El actor, inconsciente con una contusión cerebral y fractura en el tobillo, fue llevado al hospital en estado crítico. Pasaría los siguientes seis años sufriendo las secuelas del accidente, tan solo para fallecer el dos de diciembre de 1957. Harrison Ford, el original, tenía setenta y dos años de edad.
Recorte de periódico dando la noticia del accidente, con fecha 14 de septiembre de 1951.
Siendo por naturaleza un amante de la lectura, reservado y humilde, el actor se desvaneció de la mente del público americano por décadas enteras hasta ser reemplazado por completo por su nueva versión. Por años los turistas en Los Ángeles tomaron fotografías a la estrella en el Paseo de la Fama creyendo que se llevaban un recuerdo de Indiana Jones cuando, en realidad, fotografiaban a un refinado intérprete que, a base de talento puro, se convirtió en uno de los actores más consagrados del cine de principios del siglo veinte. Por años también, a modo de broma, el actual Harrison Ford llevó a sus amigos hasta esa misma estrella en el suelo, solo para darse aires de importancia. Dejó de hacerlo cuando al fin recibió la suya en el año de 1993. Entonces…, ¿las segundas partes son buenas o no? ¿Las primeras partes son mejores aún? Teniendo en cuenta lo que sabemos ahora sobre el legado de ambos actores, podríamos convenir que en esta oportunidad, sin lugar a dudas, el asunto queda zanjado en un simple empate.
Harrison Ford
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