Historias de Hollywood: Alma Rubens “La esencia grunge setenta y cinco años antes”

 

El sonido grunge se adueñó de la escena musical del planeta entero durante los años noventas. Bandas como Nirvana, Alice in Chains, Stone Temple Pilots o Soundgarden llevaron un mensaje de rebeldía constante (gracias a guitarras estridentes y voces crudas), que gritaban al viento que nadie iba a decirles cómo hacer las cosas. Por desgracia, las drogas formaron parte importante del “sonido de Seattle” como se le conocía. Cada una de las bandas antes nombradas han perdido a sus cantantes y líderes por sobredosis o suicidio. El género grunge era tan auténtico como torturado y conflictivo. Es para la música el equivalente de lo que hubo sido Alma Rubens a comienzos del siglo veinte para Hollywood. Imaginen aunar a Kurt Cobain, Layne Staley, Scott Weiland y Chris Cornell con sus talentos, y demonios personales, en un solo cuerpo. Ahora imaginen que se trata de una fémina sensual de cabello oscuro y grandes ojos. Y tendrán a una actriz irrepetible, tanto por su habilidad escénica, como por su comportamiento destructivo. 

 

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Alma Rubens

 

Alma Rubens nació el diecinueve de febrero de 1897 en la ciudad de San Francisco, Estado de California. Siendo tan solo adolescente, dio sus primeros pasos en el teatro musical, pero pronto se mudaría a la industria del cine. Allí comienza a dar señales de un talento innato para interpretar personajes angustiados por el dolor y la decepción de una vida dura. Es en esta primera etapa, que da inicio en el año de 1913, filmando cortometrajes bajo contrato con las productoras Kay-Bee Pictures y Vitagraph Films, que puliría su sello de fábrica, durante los casi sesenta films que habría de realizar: la capacidad para convertirse en cuerpo y alma en cualquier tipo de personaje requerido. Puede que una crianza en constante enfrentamiento entre la fe judía y el catolicismo la obligasen a adoptar polos opuestos una y otra vez. La actriz más versátil en la historia del cine mudo acababa de arribar a los pies de la Diosa de Hollywood.

 

 

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Rubens en una portada de agosto de 1920.

 

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    Alma Rubens: bonita y embustera.

 

Entre los años de 1915 y 1916 toma parte con pequeños roles en dos films que se consideran los padres fundadores del cine moderno americano. “The Birth of a Nation” y luego “Intolerance” fueron dirigidos por D. W. Griffith y cambiarían la industria para siempre. Rubens firma contrato ese mismo año con la productora Triangle Film Corporation para formar pareja con el inigualable Douglas Fairbanks en “Reggie Mixes In”, “The Half-Breed” y “The Americano”. Todos proyectos de éxito inmediato que catapultaron a la actriz al cielo mismo de la fama. 

 

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                        Douglas Fairbanks, el pirata más famoso del cine.

 

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                          Rubens en escena de "The Half-Breed" (1916).

 

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   La actriz en otra portada del magazine Motion Picture. 

 

 

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Alma en julio de 1920: perfección por fuera..., caos por dentro.

 

El buen resultado en taquilla que recibió Alma Rubens con las películas de Triangle no es un detalle para nada casual. “The Half-Breed” y “The Americano” contaron con la participación de Anita Loos, la guionista más importante en la historia de Hollywood. Años más tarde, Loos se encargaría de elevar la carrera de Jean Harlow a un nivel estratosférico, gracias a novelas y adaptaciones de guion de su propiedad, que la rubia platinada llevaría a la vida con un talento tan particular. La dupla imparable formada por Harlow y Loos, dueñas de un intelecto excelso oculto tras la belleza física, logró llenar las salas de cine de todos Los Estados Unidos de América durante casi una década. Imaginen a Stephen King y Leonardo DiCaprio trabajando a la par para crear un éxito tras otro de taquilla, pues ellas lo hicieron en la década del treinta, casi sin despeinarse. Lo único que acabó por detener a las amigas en su empeño, por adueñarse de la industria del cine, fue la repentina muerte de Jean Harlow.

 

 

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Anita Loos junto a Jack Conway y Jean Harlow en 1932.

 

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                          Anita Loos: genia absoluta de la escritura.

 

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Loos & Harlow posando con la novela escrita por Anita. ¿Les suena de algo el título?

"Los Caballeros Las Prefieren Rubias" 

 

Hablando de mujeres talentosas, Alma Rubens también protagonizó algunos de los primeros westerns de la pantalla grande, junto al actor y director William S. Hurt. Tanto “Truthful Tulliver” como “The Cold Deck”, ambas de 1917, ayudaron a solidificar la carrera de la actriz. En 1919 filma “A Man´s Country” con dirección de Henry Kolker. Allí comparte pantalla junto al maestro Lon Chaney. Llega en el año de 1920 la firma de un contrato con Cosmopolitan Production bajo la que realiza un drama titulado “Humoresque”, una de las tantas colaboraciones de Alma con el director Frank Borzage, que sería un éxito rotundo de público. Le seguiría ese año “The World and his Wife” y “Find the Woman” (junto a Harrison Ford) con “The Valley of Silent Men”, también dirigida por Frank Borzage en 1922. Al año siguiente protagoniza “Enemies of Women” junto a Lionel Barrymore y Pedro de Córdoba. El ciclo de films bajo la productora Cosmopolitan llegaría a su fin con “Under the Red Robe”, un drama histórico dirigido por Alan Crosland. En el año de 1924 pasa a Columbia Pictures, donde realiza el film “The Price She Paid”. En 1925 firma contrato con Fox Film Corporation para protagonizar “East Lynne” con el rol de Lady Isabel, una acomodada joven británica. Llega también “The Dancers” dirigida por Emmett J. Flynn. La cinta le brinda un reconocimiento masivo de la crítica a Rubens gracias a su rol como bailarina argentina. 

 

 

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 Recorte del periódico Evening Post de Nueva Zelanda, con fecha de octubre 30 de 1918. La fama de Alma era ya mundial.

 

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                       Junto a Lon Chaney en "A Man´s Country" (1919).

 

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   Alma en el set de filmación de "Humoresque" (1920).

 

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                          Poster de "The Valley of Silent Men" (1922). 


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              Junto a George O´Brien en escena de "The Dancers" (1925).


A esas alturas de su carrera, Alma Rubens podía interpretar cualquier papel que le cayera en mano. Era un camaleón gracias a la capacidad que poseía para alterar su apariencia física. Podía ser una dama de época o una geisha japonesa; verse rubia, morena, joven o mayor. En ocasiones era una reina de un país lejano y, en otras, una cortesana francesa. A veces iba desde una mujer rusa sin un centavo hasta una chica sudamericana. Cabello largo o muy corto, daba igual el recuerdo que tuviese el público americano de ella, porque aparecía en escena siempre de un modo diferente. Las revistas de moda y actualidad la amaban, luchando por tenerla en portada. Ella se encontraba en la cima del mundo, ganando una verdadera fortuna para esos tiempos. Pero pronto todo habría de derrumbarse, porque el combustible de la creatividad tan inusual de Alma, aquello que alimentaba su motor y que los estudios de filmación llevaban años tratando de ocultar al público, estallaría de un momento a otro. La adicción a las drogas de la actriz la convertían en un ser rebelde y conflictivo. Solo alguien como ella sería capaz de tirar abajo el castillo de naipes que la apresaba de formas tan variadas como extremas. Su mejor papel hasta ese momento hubo sido el de la chica bonita y perfecta cuando, en realidad, no era más que lo opuesto: un ser angustiado que veía en el mundo que la rodeaba a un enemigo mortal. Ya era todo un milagro que no hubiese muerto, a causa de la ingente cantidad de heroína y cocaína, que la mantenía activa para desempeñarse frente a cámaras; alternando también con períodos de encierro que las productoras de cine intentaban vender como “vacaciones”. 

 

Los mil y un rostros de Alma Rubens:

 

 

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Rubens contrae matrimonio por tercera ocasión en el año de 1926 con la estrella roba corazones de Ricardo Cortez. (Sus anteriores intentos al altar habían acabado en un suspiro.) Pero si la vida de Alma era una cortina de humo, Cortez era una mentira en sí mismo; logrando la fama como latin lover extranjero cuando en realidad era un judío nacido en Nueva York, bajo el nombre de Jacob Krantz. Ella solía recordar una anécdota ocurrida cierta noche en que la pareja decidió salir a cenar y, viéndose sorprendidos por un hombre español, sentados ya a la mesa del restaurante, resultó evidente la mentira. El hombre, un admirador de su marido, entabló conversación en castellano con un Ricardo Cortez que no entendía una sola palabra de lo que le decían. La adicción de Alma era algo desconocido para su flamante esposo, por lo que él debió de luchar sobre la marcha para contenerla en los peores momentos. Fueron tiempos difíciles, que iban a empeorar, a pesar de los intentos de Cortez por ayudar a quien era para entonces una yonqui perdida. Trató, mediante acciones legales, hacerla internar en varias ocasiones. Rubens se las ingeniaba para escapar sin importar cuántos guardias y enfermeras tuviera a su alrededor. Al igual que el matrimonio de ambas estrellas del cine, la idea de una rehabilitación estaba destinada al fracaso. 

 

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                                                 Ricardo Cortez

 

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 Cortez: una de las pocas personas cercanas que intentaron ayudar a Alma hasta el final.

 

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                               Cortez & Rubens: amor tormentoso.

 

A pesar de lo dificultoso de filmar con la actriz, entre el año de 1926 y 1927 protagoniza sus últimas cintas para Fox Film Corporation. “The Gilded Butterfly”, “Siberia”, donde interpreta a una maestra de escuela rusa y “Marriage License?”, que es otra joya dirigida por Frank Borzage, donde puede verse a Alma desplegando dos fisonomías diferentes dentro del mismo film. “The Heart of Salome” sería el acto final de la colaboración con Fox. A eso siguió, con un contrato bajo la productora Metro-Goldwyn-Mayer, “The Masks of the Devil”, film de 1928 donde se la ve compartir escena junto a la leyenda de John Gilbert. En el año de 1929 forma parte del reparto de “Show Boat” para Universal Pictures. La cinta “She Goes to War”, drama bélico dirigido por Henry King en ese mismo año, sería el crédito final en la carrera cinematográfica de Alma Rubens. Ese también es por lejos su peor año en lo personal. Y el fin de la imagen pública de chica inocente, para dar paso a una salvaje adicta, capaz de realizar cualquier tipo de locura que le viniera en gana. Ya separada de Ricardo Cortez, harto de ella, la escalera descendente de la actriz se profundizó en cuestión de meses.

 

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                                 Alma en escena de "Siberia" (1926). 

 

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Promocional de Fox Film Corporation con la imagen de su estrella principal.

 

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 Junto a Walter McGrail en promocional de "Marriage License?" (1926).

 

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                             Poster de "The Heart of Salome" (1927).

 

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Alma Rubens & John Gilbert en el set de filmación de "The Masks of the Devil" (1928). 

 

Durante el año de 1929, los vecinos de la zona en la que Rubens residía establecen denuncias a la policía por alterar la paz. Al parecer, la actriz se paseaba a cualquier hora de la noche (linterna en mano), decidida a encontrar una extraña criatura que solo ella podía ver. Unas semanas más tarde, Alma apuñala a un doctor que la transportaba en ambulancia hacia un tratamiento de recuperación. Escapa del vehículo, y debe de ser perseguida por las calles, por algunos agentes de la policía que al fin logran contenerla. Sin embargo, ella seguía escapando de los centros de rehabilitación en los que era admitida. También atacó a su empleada doméstica y a un conductor cuyo automóvil embistió. Estaba por completo fuera de control. Y ni siquiera los intentos combinados de su madre y de Ricardo Cortez, en un esfuerzo final por encerrarla en un hospital con una orden judicial, lograron aplacarla del todo. 

 

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Recorte de periódico, con fecha de enero 27 de 1929, anunciando el ataque con cuchillo de Alma sobre un doctor.

 

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Nota periodística sobre la internación de Rubens en un sanatorio con fecha de mayo 17 de 1929. 

 

Existe un momento de paz durante el año de 1930. Alma, al parecer sanando de la adicción, pasa esos meses en Nueva York trabajando en teatro. Más que nada en vaudeville y durante un tiempo en una obra de Broadway. Gracias a su talento incomparable vuelve a conectar con el público americano, que exige hasta ocho saludos de telón para ella, al finalizar la obra. Pero el regreso al Estado de California, en diciembre de ese año, marcaría el inicio del fin. En enero de 1931 es arrestada en la ciudad de San Diego, bajo cargos federales, de contrabando de narcóticos entre la frontera de México y Los Estados Unidos, además de un cargo por posesión de cocaína. Deciden liberarla bajo fianza para que pueda regresar a su hogar; aunque debe de presentarse ante el juez a finales de ese mes. Eso jamás sucedería. Alma Rubens, con el cuerpo arruinado por la adicción, atrapa una neumonía grave que la lleva a caer en coma durante días. El veintiuno de enero de 1931, sin ser capaz de recobrar la conciencia, muere rodeada por su familia. Al cerrar sus ojos, la actriz más impredecible del cine mudo tenía solo treinta y tres años de edad. 

 

Los periódicos no perdieron tiempo en dar la noticia:

 

 

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 Enero 21, 1931.

 

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                                                 Enero 21, 1931. 

 

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                                                  Enero 22, 1931.

 

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                                                  Enero 22, 1931.

 

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                                                  Enero 24, 1931. 

 

La magnitud del talento de Alma Rubens solo es comparable con su enfoque voraz de vivir la vida. Al igual que el panteón de artistas del grunge en los noventas, ella se quemó con su propia llama... demasiado rápido. Adelantada a su época, rompiendo cualquier barrera artística que viera frente a ella, con un ejército de personajes en los que se disfrazaba frente a cámara, es el epítome de quien se muestra siempre como lo que no es; hasta que olvida su propia forma original. Tenía tantos rostros que no era posible estar seguro de cuál era el real: así de buena era en escena. Similar a Kurt Cobain, saltaba los muros de los centros de rehabilitación. Al igual que Layne Staley, era consciente de que su cuerpo moría lentamente por la adicción, y lo admitía si se lo preguntaban. Tal como Scott Weiland, alteraba su aspecto físico dependiendo de lo atiborrada de drogas que estuviese. Los críticos la alababan por su interpretación de una famélica joven rusa en pantalla durante 1926 cuando, en realidad, lo único que se molestaba en ingerir era heroína. Al final de sus días, se dedicó a escribir sus memorias sabiendo que no viviría mucho más. Acabó el libro pocas semanas antes de fallecer, mostrándose en esos párrafos, tan difícil de atrapar como en la vida real. Judía y católica, rubia y morena, ojerosa y espléndida: todo eso fue Alma Genevieve Rubens. La música grunge llegó como la voz de una generación de jóvenes rebeldes y atormentados. Ella se anticipó a ese aspecto por casi cien años, porque puede que los films del Hollywood de principios del siglo veinte fuesen mudos, pero Alma fue un grito de angustia que desgarró todo a su paso. 

 

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 Alma Rubens

 

 

 

Fuentes Consultables:

 

Imdb.com

Wikipedia.org 

 

 

 

 

 

 

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